18 de agosto de 2008

Viaje al Centro del Libro: La Liberación


"Ramiro se sentó al lado de su papá. Todas las noches su padre le leía un cuento de un libro gordo y viejísimo, muy viejo. A él le encantaba, se sentía como dentro de un sueño.Esa noche su papá empezó a leer; la historia trataba acerca de un viejo amarrete que tenía una biblioteca en las nubes, pero nunca dejaba que nadie, ni siquiera los chicos, entrara en ella.
La voz del papá cada vez se oía menos, hasta que lo único que se oyó fueron sus ronquidos. Pero Ramiro era muy curioso, no podía esperar hasta la otra noche para saber cómo terminaba el cuento; tampoco podía despertar a su papá porque al día siguiente tenía que ir a trabajar. Como Ramiro estaba aprendiendo a leer, se aventuró a continuar, tomó el libro en sus manos, y siguió.
De pronto se despertó de un salto (se había quedado medio dormido), y miró la página en la que estaba: había un montón de gente alrededor de un viejo con galera y cara de egoísta. ¡ESE ERA EL VIEJO AMARRETE! Todas esas personas estaban pidiéndole que los dejara entrar en la biblioteca, pero éste negaba con la cabeza. Entonces a Ramiro le pareció que los chicos de la ilustración se movían y se le acercaban. Cuando las imágenes estuvieron tan cerca de Ramiro que parecía que se iban a escapar del libro, comenzaron a hablar:
- ¡Ramiro, por favor, vos sos el único que nos puede ayudar! - dijo una nena.
- ¡Sí! Como vos venís del mundo de allá afuera tenés alguna posibilidad de convencer al viejo amarrete- exclamó un chico, muy parecido a la nena.
- Pero yo no puedo ir. ¿Si mi papá se despierta?, ¿Si mi mamá me llama para que me vaya a dormir?, ellos se asustarían mucho; además después... ¿Qué les digo? - explicó Ramiro asustado pero a la vez entusiasmado, porque no todos los días te dan la opción de entrar a un libro.
- Dale, vení- dijo una chica, más o menos de la misma edad de Ramiro, con rulitos rojos y una sonrisa de oreja a oreja. Y dando un tironcito al pantalón de Ramiro... PLUF! Lo metió adentro del libro.
El viejo amarrete, que más allá de ser amarrete era muy cortés, se quitó la galera para saludar a Ramiro y al instante una bandada de pajaritos salió de ella en dirección a la ventana. Toda la gente calló de pronto y miró al viejo, pues esos eran los pajaritos desaparecidos de la plaza, pero éste, con cara sorprendida y a la vez avergonzada, dijo que eso no era nada, que era sólo un inconveniente y que olvidaran lo ocurrido. Y ustedes saben que justamente cuando los viejos tienen verguenza, empiezan a hablar y a hablar y no paran nunca. En eso el viejo, de tanto hablar, reveló un gran secreto: si alguna persona llegaba a entrar en la biblioteca, se rompería el hechizo y todos podrían ir y venir libremente. De repente, se dio cuenta de lo que había revelado y gritó:
- ¡Pero sólo yo tengo la llave de la biblioteca! - Y dicho esto, se fue .
Entonces todos los chicos empezaron a mirar a Ramiro, y la chica de rulitos rojos dijo:
- Ahora nos podés ayudar: parece que el viejo confía en vos. ¡Pedile entrar en la biblioteca! -
- No, yo no soy real, yo soy de allá afuera. Conmigo no se va a romper el hechizo. ¡Uno de ustedes tiene que entrar! -
- Yo podría ir – dijo Catalina Rulos Rojos -, mi cuerpo es chiquitito, entro en tu mochila. -
- ¡Dale! – respondió Ramiro.
¿Lograría esta mágica alianza desbaratar el conjuro?
- Señor, ¡Me gustaría tanto conocer su biblioteca! Como yo no soy de acá, el hechizo no se puede romper, ¿no? – dijo Ramiro al viejo amarrete.
- Mmmh, está bien. ¡Vamos! – exclamó el anciano (Y pensó: después de todo, alguna cosa buena tengo que hacer).
Y así entraron a la biblioteca el viejo, Ramiro y Catalina.
Al entrar Catalina escondida en la mochila, toda la biblioteca se iluminó, los libros salieron de sus lugares y comenzaron a bailar y a brillar. De pronto una bandada de chicos y grandes entró corriendo, y todos se pusieron a leer, contentos.
El viejo se dio cuenta de que era mejor compartir, y se sentó al lado de un niño que lloraba porque no sabía leer, y le leyó el libro más gordo que encontró. Catalina hizo ¡CHUICK! y le dio un beso en la mejilla a Ramiro, quien se puso colorado enseguida.

- ¡Adiós, mi héroe! - le dijo, y se puso a corretear por los libros.
- Adiós - dijo Ramiro. Y sin saber siquiera dónde quedaba la salida, se dirigió hacia ella.
"

Seleste Bresba.-

1 comentario:

Juls dijo...

Qué hermoso. Todo! Absolutamente todo.
No sé, será que me siento... completa... plena...
FELIZ.


Aaaaaaaaaaay ay ay ay! Qué ganas de gritar... Jajajaja... sabés que no me contendré! :)
Y... qué más? Eso, que haremos todo lo posible y que te quiero como a nadie.
Abrazos, besos y etcéteras, de los que quieras, cuando quieras y cuantos quieras.

Ju*